Saturday, December 02, 2023
Saturday, August 18, 2007
Catálogo
La Mirada Reflexiva realiza un análisis en torno a las diferentes conexiones entre pintura y fotografía, mediante la aproximación y ruptura a una serie de discursos, donde se relee y avala la tradición clásica para, finalmente, plantear que esa ruptura como tal termina transformándose, hibridándose, sea cual sea el soporte que se utilice. Por ello, desde esta vertiente –pictórica- de la plástica artística, esta exposición establece un diálogo en torno a la transferencia de la pintura a nuevos soportes, medios de expresión que, a su vez, añaden al discurso del arte aquellos elementos que le son característicos.
La exposición revisa a través de un análisis crítico la relación entre ambos medios en la era posmoderna, sobrepasando a través de la obra de grandes maestros como Zurbarán, Juan de Juanes o Ribera, los límites convenidos por la historia de la pintura, saliendo al fin de ese espacio que, finalmente, se decidió que ocupara por derecho propio, y planteando, -como muy bien indica el filosofo e historiador del arte, Georges Didi Huberman en su texto: “¿La dialéctica puede danzar: como la obra debe salir del museo, interrogar a la gente, regresar al taller del artista, irse de la biblioteca humanista y mezclarse en el tumulto de la fiesta florentina”.- un acercamiento tanto crítico como simbólico de las nuevas formas de sociabilidad y subjetividad en las que se encuentra sumergido el arte de la posmodernidad. Durante los últimos años hemos asistido a la definitiva legitimación de la fotografía como producto artístico a través de su incorporación a los museos, estudios académicos, investigación científica, desvinculándose de su inicial dualidad representacional entre ser documento o ser expresión; convergiendo en una transgresión y eliminación de fronteras entre la diversidad de medios artísticos, facturando a finales de la década de los 80 y comienzo de los 90 a numerosos artistas a replantear nuevas opciones teóricas en las que la actual hibridez mediática, y la apropiación de imágenes provenientes de las artes plásticas, ha borrado en cierto modo las fronteras de los distintos lenguajes transitando hacia una diversidad de fines.
El goce pictórico es uno de los grandes placeres del ser humano. La idea de la muerte de la pintura en sentido tradicional, como apuesta por la pureza, ha concluido en una codificación de medios -el arte posmoderno se da entre, a través o al margen de los medios, o bien emplea materiales nuevos o abandonados-. La concepción historicista del tiempo como su totalidad, cuyo sujeto es unánimemente el pintor, el cuadro como soporte único y el museo su único espacio, ha desaparecido; sin embargo, el placer por ese aura inherente a la pintura proclamado por Walter Benjamin sigue vigente. El cuadro habrá muerto, pero la pintura o lo pictórico en sentido amplio sobrevive todavía, desplegándose en una amplia significación estética y de variedades técnicas.
Existe también en la fotografía un interés por el detalle, por la utilización de un tiempo que es el del pintor, por el trazo lumínico, por la composición desplazando la índole de mero registro. La Mirada Reflexiva plantea, mediante la apropiación de obras maestras, una apariencia de transgresión; pero en realidad es un fragmento, una metonimia, envuelta por la omnipresente metáfora pictórica que dirige al espectador mediante continuas referencias al gran orden de la Pintura.
El diálogo entre fotografía y pintura es una constante inevitable desde los comienzos de la fotografía, el placer pictórico en sí ha llevado a numerosos artistas a reflexionar sobre la convivencia y la apropiación histórica de esta plástica. El artista norteamericano Robert Longo (Nueva York, 1953), se sumerge con Killing Time en la historia de la pintura occidental superponiendo un innumerable número de imágenes en una especie de proceso de limpieza, que utiliza como soporte conceptual: “Con Killing Time, Longo cierra un círculo creando una serie de manchas que incorporan tanto el proceso de depuración como la acumulación de historia”, indica el crítico norteamericano Thomas Lail; no obstante, se trata de determinar nuestra relación con la historia e intentar reflexionar sobre la pureza resultante, a través de la inclusión de la imagen pictórica dentro de la técnica fotográfica. Perejaume (Sant Pol de Mar, 1957), artista que hace uso de diferentes medios que van de la pintura a la instalación, pasando por la escultura, la fotografía, el teatro o el vídeo; reflexiona desde una vinculación cercana al movimiento romántico, tanto en su concepción poética como en sus resultados formales referente al papel que ha adquirido la pintura sobre la imagen del soporte fotográfico: “Probablemente la pintura esté en uno de los revuelos más extremos de toda su historia. Por un lado, la cesión que había hecho de parte de su repertorio al soporte fotográfico o fílmico, ahora se ve incrementada desde el momento que estas fotografías pueden ser compuestas, inventadas y procesadas virtualmente con pigmentos tecnológicos y sofisticadas metodologías post-pictóricas. Por otro lado, la pintura es, cada vez más, una realidad territorial, independiente y espaciosa, un legado nada indiferente de la tierra, los bosques o el lenguaje. (…) la pintura expuesta sobre la imagen del soporte fotográfico su opacidad cubriendo y descubriendo lo que, hasta ahora, tentaba de representar y dejando de este modo, los pigmentos en una más amplia posibilidad de significación y de silencio, reales y franqueados como si, al fin, la pintura no estuviera ya pensada para pintar sino para existir”. El formato pictórico clásico y el género paisajístico tradicional son asumidos en la obra de Perejaume a través del contenido poético de la representación, en un despliegue de significaciones estéticas. El sentido postestructuralista de textualidad Barthesiano, es una constante mediante una lectura de tejido polisémico de códigos a través de su trabajo. Por otra parte, la obra de la artista inglesa Helen Sear (Malvern, 1955) se inscribe dentro de la fotografía pictorialista, planteando cuestiones de qué es lo real o qué lo imaginario; exponiendo lo artificial y los límites de la fotografía. Con la serie Spot se produce una conexión mitológica y tecnológica, a través de la manipulación, mediante la digitalización de las imágenes por medios informáticos, cuyo resultado se inscribe dentro de una imagen de tendencia barroca y efectista.
Rosa Ulpiano
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